sábado, octubre 10, 2009

La leve desfachatez del ser

Que en mi vida en Madrid, he visto mas carteristas que en toda mi vida, pero el ganador fue un señor de mediana edad, algo calvo, chaqueta verde musgo, algo raída, pero solo cuando la veías tan cerca, rostro alargado y con barba incipiente. Lo recuerdo muy bien, estaba justo delante de mí.
El domingo pasado estaba paseando por el centro de Madrid, venia de la plaza mayor, buscando que almorzar, llevaba hambre pero me era imposible avanzar más rápido la calle estaba llena de personas y era mar, así que no había mas que dejarse llevar por la corriente, era primer domingo de mes, la gente aprovechaba que los almacenes estaban abiertos (aquí se cierra todo los domingos, excepto cierta zona en el centro), así que hay estaba yo dejándome llevar por la corriente porque aparte de almorzar y un largo trabajo de mercadeo no había afán. Cuando el señor de chaqueta verde humo, que estaba delante de mí, se da la vuelta súbitamente y piensa hacer lo imposible, ir en contra de la marea humana y por si fuera poco justo en la mitad donde la embestida era peor, así que yo previendo, porque sus ojos reflejaban decisión, que se movería en la dirección en que quería así fuera a empellones, me moví hacia un lado, justo en el momento que la persona que estaba delante del de saco verde, un turista con sombrero de pescador camiseta holgada, chaleco crema y pantaloneta hasta las rodillas a juego y al parecer de la misma edad que el de saco verde, unos 50-60 años; lo sostuvo del hombro fuertemente y con voz que se reflejaba ira y sorpresa a la vez, le dijo ,-devuélveme mi cámara, con la otra mano se tocaba el cinturón mostrando el lugar donde antes estaba, sus compañeros, una señora y una pareja miraban perplejo a ambos y yo que había estado justo detrás de ellos no podía creerlo, había oído un sonido, como cuando se abren algo que está cerrado con velcro, ese rasgado, pero no lo había asociado con nada, hasta que vi que el señor de verde dudaba unos minutos y trato de moverse, pero no pudo porque el de pantalón claro volvió apretarle el hombro y le dijo aun con mas resolución- que me de mi cámara- y extendió su mano, entonces el de verde claro, con ojos en pánico le puso como niño regañado la cámara en la mano, con estuche negro y con pedazo de velcro en un lado que estaba abierto, mostrando la cámara en su interior. Entonces el del saco verde, con toda la ironía y desfachatez del caso le dijo: -Perdone señor es que se le ha caído y yo la recogí para devolvérsela, ya mismo se la iba a dar- y el señor le contesto :- claro que sí, no sea descarado, deje la desfachatez de sus ser, que lo que quería era robársela- se ajusto su cámara de nuevo al cinturón, pero esta vez mas hacia la barriga que hacia un lado y murmurando se dio la vuelta, siguiendo como si nada, yo nada más me quede allí viendo hacia ambos lados, el lado del de la pantaloneta crema y el de la chaqueta verde, el casi robado blasfemaba en alto y el ladrón se acercaba a su nueva víctima, pero no logre ver quien era o avisarle a alguien, una ola de gente me golpeo obligándome a moverse hacia el lado de señor de la pantaloneta crema y mi estomago se quejo fuertemente, era hora de almorzar, trate de acercarme a un policia, pero cuando señale hacia el lugar donde habia visto todo, ya el señor de chaqueta verde musgo, no estaba.

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