Ella Lleva un traje rojo con un escote en V en la espalda que llegaba justo donde empezaba lo mejor de la imaginación, atado simplemente con dos delgados cordoncillos plateados que dejaban ver con comodidad los pequeños lunares esparcidos por la espalda empezando por los hombros y a medida que se bajaba la vista se difuminaban en el cuerpo, invitando a cualquiera que fantaseara con ellos a que los besaran uno a uno; adelante con un terminado tipo corsé que levantaba los senos y los juntaba dándole a ella imponencia y a los hombres mayor área de contemplación, el vestido entallado dejaba ver sus curvas a plenitud, levantándose en el área perfecta para dejar a la duda si la portadora traía o no ropa interior, una abertura que empezaba a medio muslo en el lado derecho hasta media pantorrilla, dejaba ver las piernas delgadas pero bien torneadas, el vestido se acomodaba de tal forma a su cuerpo que daba la sensación de ser su segunda y suave piel, era de seda con microcristales que brillaban con cada golpe de Luz. Hebras de su cabello ondulado castaño cuidadosamente escogidas caían enmarcándole el rostro mientras que el resto reposaba en un moño, e en el cuello una diadema con un H de plata.
El una camisa blanca de mangas recogidas y pecho desabotonado, no mucho, solo dos botones lo suficiente para dejar ver su pecho, donde dos pectorales bien marcados pugnaban por salir a relucir, pantalones negros pegados que resaltaban sus nalgas, duras y bien formadas debido al ejercicio, sus brazos fuertes pero de movimientos casi etéreos se apoyaban en la cintura en forma de Jarra, mientras unos tirantes blancos mantenían el pantalón donde debía estar y no donde ella quería que estuviera, Zapatos negros brillantes y el cabello, reluciente por la gomina, peinado hacia atrás, en una de las manos sujetaba con delicadeza una rosa del color de la sangre y el la otra un sombrero que había visto usar a los bailadores profesionales.
Sonreía al verla de frente totalmente trasformada, recorría con deleite su cuerpo regocijándose por todo aquello que dejaba ver el vestido y deleitándose con todo aquello que dejaba a la imaginación, primero nada en sus ojos profundos y sinceros, leugo salta hacia su nariz respingada, se resbala por ella hasta sus labios pequeños y carnosos a los su imaginación besa con pasión dándole de beber las mieles del amor que se esconden en el, camina hacia su cuello, donde juguetea despacio hasta llegar a sus pechos, erguidos y llameantes de pasión, listos para ser tocados, para ser besados, para llevarlo a el al cielo, se resbalo entre ellos hasta llegar al ombligo donde descansa por minutos antes de seguir el viaje hacia ese monte Venus donde el botón del placer lo espera para ser presionado hasta sus limites, se dejo llevar por las piernas recorriéndolas con las yemas de sus dedos imaginarios, sintiendo con la piel se erizaba bajo su contacto; Terminando por fin en sus pies pequeños y delicados, donde abrazado al puente suspiro profundo extasiado por la belleza del recorrido que había hecho.
Ella se sonrojo al sentir como el la desvestía con la mirada, pero no cedió ni un poco al contrario sonrió con picardía mientras levantaba un brazo, esa era la señal la luz que hasta ahora solo los iluminaba a ellos dos se expandió mostrando ahora el lugar era un viejo salón de baile al fondo mesas y sillas de madera recogidas para darle espacio a ellos dos, en las paredes fotos en blanco y negro de épocas pasadas cuyo tema era único, parejas mirándose con pasión mientras bailaban un tango que solo ellos conocían, los músicos al lado izquierdo empezaron a tocar, una música triste y pesada cargada de notas de un violín y un Bandoneón principalmente, Un tango que embriagaba todo los sentidos e incitaba a la pareja a acercarse.
El camina hacia ella y le da la flor, ella la coloca en un taburete a su lado, pasa un brazo por su cadera y la atrae hacia el, ella aspira su aroma y la música sube el volumen dan un paso hacia un lado y luego una vuelta hacia el frente, el la trae y ella se deja caer ligeramente sobre el, se mueven al compás del tango hacia el lado contrario, ambos cuerpos unidos mientras los pies marcan el paso, el puede sentir como la respiración de ella aumenta en su cuello, como si quisiera aspirarlo todo de una sola vez, y ella siente como el corazón se quiere salir de el pecho de el , recorren todo el salón con la naturalidad de los buenos bailadores, quien los viera por primera vez juraría que llevan toda la vida bailando, pero este es su primer encuentro, el tacón de sus zapatos resuena sobre el gastado piso de madera con cada golpeteo, los pies de ambos dibujan complicadas figuras en el aire y en la madera. Llegan al centro del salón en un par de movimientos, ella se separa un poco lo mira a los ojos por uno segundo y sonríe. No necesitan palabras, solo esa mirada basta para conectarlos para siempre en ese tango sin fin que se les grababa en el alma, ahora son solo uno bailando, el la vuelve atraer apoyando su mejilla contra la de ella y su brazo firmemente abrazado su cintura como si quisiera no dejarla ir nunca de su lado, se acerca a donde esta la flor y la inclina lentamente mientas con suaves besos baja desde la mejilla recorre el cuello hasta el inicio de sus pechos, ella sube su pierna y estira el brazo para alcanzar la rosa y los dos vuelven a estar de pie nuevamente abrazados, respirando al mismo compás, sintiendo sus cuerpos gritar de pasión, mientras a su alrededor el aire echa chispa, como si pudiera sentir esa tormenta de amor que se va formando entre ellos dos, la aleja y sin poder estar lejos de ella ni un minuto la trae de nuevo con su brazo enrollándolo alrededor de ella, con una mano recorre su juvenil rostro pasando la yema de los dedos por la boca, a lo que ella responde abriéndola levemente y rozándolos con su lengua, de nuevo la suelta lanzándola en trompo hacia la otra esquina donde ambos se miran, sus rostros sin sonrisas como impermeable de sensaciones, delatándolos solo sus miradas, encendidas como llamas queriendo abrazar al otro en un fuego mutuo, se acercan despacio con paso marcados y desafiantes, sin tocarse, sin dejar de mirarse giran en un mismo eje, es una batalla que dura un minuto pero de la que ella sale derrotada se acerca a el y se deja resbalar por su cuerpo, apoyando la cabeza contra su pierna como pidiendo perdón por no haber resistido por mas tiempo, el la sube de nuevo en un movimiento rápido y fuerte la pega contra si y reanudan de nuevo el baile, poco a poco y a medida que las luces van de nuevo fijándose entre ellos dos la música y el salón de baile empieza a desaparecer, junto con los músicos que suavizan sus toques hasta dejar solamente el eco de la canción, que se hace mas lenta, mas suave premonitora de que el fin acaba, ellos vuelven al centro del salón y cuando todo vuelve a ser silencio, el sin dejar de mirarla se acerca a su cuellos justo debajo de su oreja, inspira profundo y besa ese punto, ella suelta un suspiro y sus vellitos se erizan, lentamente recorre el camino tocándola simplemente con la punta de su nariz y respirándole llega hasta su boca, la mira como pidiendo permiso y ella asiente, entonces decide dar la estocada final, se acerca ambos pueden sentir su aliento, sus labios se rozan, se entreabren listos para el contacto.
Alexia entro al cuarto sin siquiera tocar, en la mitad de este una chica abrazaba un palo de escoba como si se le fuera la vida en ello, con el cabello desordenado casi en afro, una batola antigua bastante ancha color rojo, rodeada de montones de libros polvorientos, con un tocadiscos donde sonaba muy bajito Scent of a Woman, la miraba atónita sin poder pronunciar palabra.
-Perdón- dijo Alexia- creo que me he equivocado de habitación- dio media vuelta sin muchas ganas de preguntar sobre la bizarra escena.
La chica suspiro, porque siempre la interrumpían en la mejor parte?- mas tarde continuaremos Jessander – hablándole a el palo de escoba, lo volteo y siguió barriendo el lugar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario